El que escoge la profesión docente, comienza un camino que está
profundamente marcado por el fin último y primera prioridad que incluye
su práctica: que los estudiantes aprendan y se desarrollen.
Esa
prioridad involucra una responsabilidad enorme, y requiere de personas
que tengan grandes capacidades, difíciles de enumerar en dos párrafos.
De lo que no hay duda es que esas capacidades involucran una gran
exigencia, a la que en el día a día los profesores deben dar respuesta.
Tenemos la opción de dejar que esa exigencia sea algo externo, en
ocasiones molesto, o asumirla como propia. Que un profesor deba estar al
tanto de cómo se divierten sus alumnos, de qué lugares obtienen la
información, qué es lo que les interesa, cómo aprenden mejor… ese es el
desafío. Conocer a los alumnos, hoy como antes, pero también hoy más que
nunca, cuando el avance en la diversidad de opciones para acceder al
conocimiento es muy rápido y es necesario estar al día. Conocer lo que
hacemos, significa actualizarse, no sólo con lo que está en un libro,
también con lo que hacen otros en mi tema, con lo que se está
descubriendo, hoy están las vías para acceder a esa información. Conocer
como lo hacemos, estando abiertos a mirarnos y escrutarnos, permitiendo
que otros nos miren y nos apoyen en el proceso de mejorar.
Ahora bien, ¿como vamos de la intención a la acción? Es una discusión a seguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario